domingo, septiembre 22, 2013

Forever Hemo

Jueves, la tarde se acaba y empieza a oscurecer mientras camino a la avenida Faucett. El frió incomoda, perturba pero a la vez me hace olvidar, distraerme, imaginar cualquier cosa menos lo que no debería pensar. Sin embargo, el clima no es nada comparado con el dolor en los tobillos. Me sorprendo aun como no he caído en el vicio de los analgésicos y narcóticos.

Cada  paso es una agonía, un puñal a mi cuerpo, a mi alma. Mis pocas fuerzas están concentradas en llegar al paradero y tomar el primer bus que me lleve a casa, rogando porque haya, a su vez, donde sentarse. 

Miro por la ventana, la oscuridad de la calle me recuerda que llegaré a cenar a mi casa. El camino es largo, el tráfico lo hace aun mas largo todavía. Mi mente reconoce las avenidas, las calles, los carteles, los recuerdos, las nostalgias, las tristezas, te recuerda a ti.

Bajo con dificultad, tratando de disimular el dolor. Mi tobillo no me lo permite y casi tropiezo. Las fueras aún restantes evitan una escena patética. Un segundo que se convierte en diez y recién empiezo a caminar, o mas bien cojear. 

Los codos empiezan a llamar la atención. Difícil es ponerme la maleta adecuadamente. Uno de ellos truena como si mis articulaciones solo tuvieran aire. Un leve gesto de dolor y sigo adelante.

Cuando uno esta mal y tiene mucho dolor, una cuadra puede parecer 3. Justo eso me pasó. 

Cada día me siento peor, cada día me siento mas débil, cada día quisiera dormir sin despertar. Pero no puedo, mi vida ya no es mi vida, mi vida es tan solo un juego que alguien observa y se divierte.


"No me arrepiento de las decisiones que he tomado, me arrepiento de las que no he tomado".